martes, 10 de noviembre de 2009

Metros

El primer Metro que pisé iba bajo París. Me llevó desde Montmartre hasta los Campos Elíseos. No sé si llegué a cerrar la boca, tenía la misma ilusión que un niño la noche de Reyes y eso seguro que lo notaron los franceses. Estuve tan agusto esos días que incluso tarareaba canciones al oído cuando algún músico con su acordeón se subía a mi vagón. París y el metro del amor.

No mucho tiempo después visité el de Berlín. El idioma, los letreros, el "run-run" de la gente, signos de una gran ciudad. El miedo a que viniera el revisor, confía en mí, el truco, hacerse el dormido. Allí experimenté esa dulce sensación de poder decir lo que quieras o criticar la ropa extravagante de la señora que tienes enfrente porque sabes de sobra que no te va a entender. Cosas así no tienen precio. Berlín tu forma de ver las cosas me hicieron grande.

Pero si un Metro te quiere impresionar se esconde bajo el Big Ben, así es Londres, impresiona por fuera, pero se vive por dentro. Allí me sentí como una hormiga, un "enano" entre tanta multidud. Mis manos se volvían de trapo al contar los "pounds" en la cola de los tickets , eso desesperaba a la gente, pero conseguí doctorarme en aguantar la presión. Victoria Station se convirtión en mi casa y mi afición preferida era buscar algún periódico olvidado en el sillón. Tres días fueron suficientes para ser uno de ellos, al final todas las escaleras las subí corriendo, no había quedado, no llegaba tarde pero había que correr, fuimos tan deprisa que apenas prestabamos atención a los carteles del Musical del Rey León o la gira de conciertos de Michael Jackson. London is different, eso dicen, y su metro también.

Y por último, Sevilla.

Aunque son diferentes hay algo que los une a todos, el respeto a las vías.
En cada metro, cada día, frente a ellas siempre pensé, ojalá nunca vea una caída, no sabría reaccionar, ojalá los vagabundos descarten ese final, ojalá no haya tropiezos con las prisas, ojalá el metro nunca quite una vida....

Hoy al ver las noticias no pude evitar recordar lo que se siente delante de las vías....



..... pero por suerte, el Metro pudo frenar, seguro que esa mujer, a pesar de todo tiene otra historia que contar.

París, Berlín, Londres y Sevilla, bajo tierra hay vida y recuerdos que siguen vivos y se pasan los días viajando en sus vagones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye tu qué bien escriber JODER. Y qué envidia te tengo por haber visto tanto mundo.Te expresas muy bien, en serio. Un beso



FD:MaríaLaGuay

Carlos Martín dijo...

Quiero seguir viendo mundo, quiero seguir conociendo la vida que esconden bajo tierra.

Gracias por pasarte por este lugar.

Un beso