martes, 27 de julio de 2010

Donde el corazón te lleve

"Hace dos meses que te fuiste y desde hace dos meses, salvo una postal en la que me comunicabas que todavía estabas viva, no he tenido noticias tuyas. Esta mañana, en el jardín me detuve largo rato ante tu rosa. Aunque estamos en pleno otoño, resalta con su color púrpura, solitaria y arrogante, sobre el resto de la vegetación, ya apagada. ¿Te acuerdas de cuando la plantamos? Tenía diez años y hacía poco que habías leído El Principito. Te lo había regalado yo como premio por tus notas. Esa historia te había encantado. Entre todos los personajes, tus predilectos eran la rosa y el zorro; en cambio, no te gusraban el baobab, la serpiente, el aviador, ni todos esos hombres vacíos y presumidos que viajaban sentados en sus minúsculos planetas. Así que, una mañana, mientras desayunábamos, dijiste: "Quiero una rosa". Ante mi objeción de que ya teníamos muchas, contestate: "Quiero una que sea solamente mía, quiero cuidarla, hacer que se vuelva grande." Naturalmente, además de la rosa también querías un zorro. Con la astucia de los niños, habías presentado primero el deseo accesible y después el casi imposible. ¿Cómo podía negarte el zorro después de haberte concedido la rosa? Sobre este extremo discutimos largamente y por último nos pusimos de acuerdo sobre un perro."


PD.- Hay trato. Me llevo, bajo préstamo, tu libro para que viva junto a mi cabecera en esta nueva aventura. Es el elegido. Aunque te aviso de que me he quedado en propiedad con el recuerdo de tu voz leyéndome el primer capítulo....