jueves, 20 de agosto de 2009

Más tuyos que míos....

Sin saber muy bien el qué decirte o el cómo contarte; incluso desconozco que esperas del próximo post.

Me gustaría estar a la altura, me gustaría darte eso que quieres, regalarte con mis frases una crónica que merezca la pena, porque si te digo la verdad, me muero de ganas de poder resumirte de la mejor forma posible lo que han sido estos días de Camino, pero las experiencias se viven, y por mucho que me empeñe consiguiré contarte tan sólo la parte que puedan explicar las palabras.
Así que podría usarlas para hablarte de qué cumplí mi promesa, de que al fin conseguí llegar a esa ciudad llamada Santiago, que el esfuerzo mereció la pena y que ese niño que hacía promesas sentado sobre unas escaleras llegó mucho tiempo después con barba de varios días y algunos años más de experiencia a la espalda.
Podría contarte que sentí miedo, que me sentí pequeño, que no fui tan valiente, que tuve dudas, incluso creí perder lo que mas quería; pero eso no lo sabe nadie, el secreto de los valientes es que nunca dicen que tienen miedo.
Podría encontrar palabras para decirte que amé de verdad, que no pude quejarme, que mi mano servía de apoyo, mi cuerpo no tenía dolores, las fuerzas nunca me faltaban. Palabras que te digan que he querido de verdad porque no pensaba en mí sino en tí, en encontrar la manera de ayudarte, de hacer más fácil tu camino, dejar de pensar en mí para sentir por tí. Nunca pensé vivir el Camino de esta forma, pero me alegro de haberlo hecho porque empiezo a darme cuenta de lo que significa querer hasta que te duela por dentro. Por esa razón en estos días no existío dolor que tuviera valor para doler por fuera.
Seguro que te interesaría saber que dormí en el suelo, que mis costillas se acostumbraron a pasar las noches en pueblos perdidos habitados por peregrinos y fueron infiel a la noche siguiente con otro suelo de algún pabellón que me daba otras sensaciones que no supo darme el anterior. De suelo en suelo, me sobran camas.
Me jode que el hambre no pudiera conmigo porque sé que el hambre le gana la partida a mucha gente en este mundo. Ojalá no pudiera con nadie, ojalá nadie llegará a sentirlo, ojalá nadie tuviera que pasar hambre en este puto mundo. Y al hambre se le une el frío, llevabas razón, no hay peor enemigo ya que te paraliza, te bloquea, te lleva al pensamiento negativo, ha sido el único que me ha hecho temblar, pero sentirlo me ha hecho valorar los refugios, mi abrigo, mi techo y pensar en todos esos que por una u otra razón no tienen una casa esperandolos. Todo esto te lo enseña el Camino, a lo mejor en tu vida normal no eres capaz de pensar en este tipo de cosas, a lo mejor no tienes tiempo ni de sacudirte las migas de pan de la ropa o de bajar la calefacción.
Y las palabras podrían transformarse en anécdotas que te cuenten muchas batallas, pero al fin y al cabo son palabras. Así que he decido darte mucho más que mis frases, ahora que llegué quiero regalarte lo que más valor tuvo en este Camino, mis Pies.

Ellos han estado junto a mí, han sufrido el esfuerzo, han recorrido 170 Kms y han sido la herramienta para conseguir mi sueño y para sentir de verdad. Mis pies han sido mi experiencia, ellos han superado obstáculos, han ido pegados a tí, han esquivado tropiezas y han sido compañeros de mis rezos, pero todo este Camino es un camino de personas, un camino que se vive junto a la gente que aparece en él y un camino que te trae a la cabeza a toda esa gente que hay en tu vida.

Gracias a mis pies he podido sentir cuales son las cosas esenciales de mi vida, esas cosas que nos cuesta mucho trabajo ver, pero que se han ido haciendo visibles. Ahora no hay palabras que puedan explicar lo que se siente, pero notas que no andas sólo, en tus pies llevas a toda esa gente que hay en tu vida, que vive contigo, que ha estado de paso, todos y cada uno se hacen presente en estos días para recorrer algún momento del Camino.

Por eso quiero hacerte este regalo, yo ya no los necesito, ya los usé y te tuve junto a mí para darme cuenta que lo verdaderamente importante son las personas que Dios ha puesto a mi lado.

Tú que lees, eres una de ellas. Ahora, te los doy. Tómalos, son más tuyos que míos.

Gracias por estar ahí, sin darte cuenta me hiciste más fácil el Camino.

PD.- Me muero de ganas de buscar un momento en el que vernos, a lo mejor ahí encuentro palabras para contarte todas esas anécdotas que viví en el Camino. Llámame y hablamos. Recuerdame que te cuente todo cuando te vea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

con cada una de tus palabras me has hecho pensar...a partir de hoy mirare la vida de otra forma,merece la pena vivir!!!! gracias

Carlos Martín dijo...

Con un mensaje así me doy cuenta de que mi Camino ha merecido la pena. Gracias por decirme que merece la pena vivir ;)