miércoles, 15 de septiembre de 2010

Tercera Lección: Veintitrés bicentenarios

Todavía recuerdo cuando mi vela decía que ese niño rubito y comilón se hacía mayor en plena guardería. A modo de tortura, alguna que otra vez, mi madre saca a la luz esos álbumes guardados al fondo del cajón y se le caen dos lágrimones cuando ve a su pequeño con el "baby", cara de bueno y la raya en el lado.

Es imposible olvidar las veces que nuestras madres dudaron entre meternos en la ducha o directamente en la lavadora en aquellos cumpleaños de parque y batido. Ellas nunca entendieron esa forma de jugar dándolo todo si te buscaba la policía cuando por suerte en la partida te tocaba ser ladrón.

Recuerdo el tacto de la responsabilidad de aquella moneda de 500 pesetas y como nos creíamos los reyes del mundo con derecho a entrada y palomitas. Mañana de domingo a finales de Abril que sabía diferente porque "los míos" hacían de las suyas cuando cruzaban por primera vez el puente y rezaban para que se produjera un milagro que hiciera que la tarde fuera eterna. Así al día siguiente no tocaría religión a primera hora.

Se me ilumina la cara como bombillas del Real cuando recuerdo mis zapatos llenos de albero por el sonar de tus palmas. ¿Cuántas rosas y besos se regalaron los Lunes de Feria?, ¿cuántos manteos a los pies de la portada?, ¿cuántos discursos sobre amigos y paraísos?. Así se consiguió que la resaca fuera lo de menos, lo importante era aprovechar esa noche para crear una tradición en la que todos volviéramos a vernos.

Y los 23 llegaron en una playa llamada Portimao al sur de Portugal. Allí, tras quitarme la venda y encontrarme ante la tarta, sólo tuve fuerzas para pedir un deseo:

"Disfrutar del irme haciendo viejo".

Hoy he aprendido la tercera lección. Hoy he descubierto que se ha hecho realidad.

México me da la oportunidad de cumplir, a los veintitrés años de edad, mi primer Bicentenario.
Hace 200 años en esta tierra se peleó por una idea y se consiguió la Independencia.
Mucho tiempo después, el destino me ha dado la oportunidad de celebrar esta fecha histórica como uno más. Sentirlo como algo mío.

Porque la vida puede ser maravillosa si disfrutas del irte haciendo viejo.
Porque uno no cumple Veintritrés-bicentenarios todos los días.

A tí, que estás ahí leyendo este blog sólo te digo.
Ve pensando tu deseo. Cuando menos te lo esperas se te hace realidad.


PD.- Fotografía para acompañar esta tercera lección correspondiente a los actos del décimo aniversario de Comunicación en La Salle. Ese día hubo videos de homenaje al bicentenario, exposición de fotografías de temática social, una feria de juguetes tradicionales méxicanos y un español subastado. Nunca se me olvidará.

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