"Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.
Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitos cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.
Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más de un metro del suelo me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:
-Me lo mandó un tío mío que vive en Lima -dijo.
-¿Y anda bien? -le pregunté.
-Atrasa un poco -reconoció."
No pude evitar recordar esta lectura en Playa del Carmen al ver la cara de dos niños de apenas cuatro años cuando les pasé el balón. Sin esperarlo, mi pelota recién comprada llegó hasta a sus pies. Luego, gracias a dos ramas, tuvieron su propia portería junto a la orilla. Sólo necesité treinta minutos para ver en Juan Carlos e Isaí que los niños ni entienden ni les importa a que lado les queda el charco. Aquí y allí buscan lo mismo. Lo único que ellos quieren es vivir como niños.
Gracias a ellos aprendí que debo de dejar de pensar en las siete horas de diferencia entre mi mundo y el tuyo. Quizás deba volver a pintarme el reloj. Sólo así se le saca partido a la vida. Sólo si se vive como un niño se consigue ser feliz desde el corazón.
Yo les presté mi balón.
Ellos me enseñaron la segunda lección.
Estamos en paz.
PD.- Gracias a las clases de Literatura y Periodismo descubrí otro mundo en mi primer año de carrera. Gracias a asignaturas como esa dentro de mí se desperto un leve apetito que hoy se ha convertido en unas ganas locas de comerse el mundo. Hambre que ha hecho realidad esa frase de Bécquer que decía "El que tiene imaginación, con qué facilididad saca de la nada un mundo”. Ahora mi mundo está en Cancún y Sevilla en mi imaginación.
PD2.- Ahora mi reloj pintado marca las doce en punto. Míralo por el lado positivo. Así por lo menos nuestras vidas coincidiran en dos momentos del día.
3 comentarios:
Precioso compañero.
"Las personas mayores nunca comprenden nada por sí solas y es cansador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones"...
Gran lección.
Te quiero amigo.
Y te repito lo que te dije el otro día afuera del baño, muy buen blog, y esta segunda lección, excelente también y ya cambiando de tema hoy cuando hablaste ahí arriba ya mero me haces llorar,los ojos se me cristalizaron y sentí un nudo en la garganta, gracias por intentar adaptarte aun teniendo 7 horas de diferencia, por vestir "la verde" y gracias por compartir esas palabras delante de todos.
PD. No mames weeeyyy hay que practicar mas ese mexicano.
Muchas gracias por escribir aquí. Te repito lo mismo, seguiré escribiendo. Espero que sigas leyendo.
Y lo que dije en el auditorio, mañana ya se verá. Gracias a ustedes por todo lo que estais haciendo.
Un abrazo
PD.- Seguiré practicando
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