Empezamos a mirarnos como dos desconocidos.
Yo, hice como el que no te había visto, pero era inevitable no fijarse en tí.
Sé me da bien eso de jugar y me dió por empezar con el de "para mi no existes". No era plan de llegar y lanzarme directamente a tu conquista. Así que opté por el disfraz de explorador y me colgué el adjetivo de desapercibido. Poco tiempo nos duró. Una humilde presentación nos bastó para no separnos. A la siguiente copa ya me alegré de haber venido.
Quizás la culpa la tenga el cruzarme contigo. El vaya donde vayas. El si huyes te persigo.
Escuché mis consejos y tiré de manuales, pero de nada me sirvieron. Mirándote fijamente he dudado si el mejor momento del día era la cerveza de las tres de la mañana o los tres sabores de helados a combinar con el sirope. En la 220 quise desmontar estás dos teorías.
Ahora que, muy a mi pesar, estoy de vuelta en casa y vuelven a ponernos kilómetros por medio, pienso que el inglés ha sido sólo una excusa. Un mundo demasiado pequeño. Una virtud, o tal habilidad posees para colarte en todos los rincones.
Era inevitable el tenernos que encontrar. No hay nada mejor que amanecer contigo.
Espero que coincidamos otra vez; Gibraltar.
PD.- Gibraltar, no es ni tuya ni mía. Su idioma me importa poco y creo que su mejor vestido no tiene forma de bandera. Esta semana me ha hecho darme cuenta que Gibraltar es mucho más que un peñón que conquistar. Gibraltar es un rincón donde tuve la oportunidad de vivir una aventura basada en las personas. Distintas vidas, distintas ciudades, distintos acentos, distinta gente. En el fondo todos unidos por lo mismo, unos días junto al Peñón, y la verdad, que no daba igual su nacionalidad.
PD2.- Mi hogar siempre será el lugar donde me lleven mis pies. Filosofía de Vida.
PD3.- Esta fotografía de La Línea de la Concepción enseña al Peñón y justo enfrente el Hotel Iberostar. Nuestra casa durante esta semana. No me digáis que así no te terminas enamorando de una roca.
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