Cuatro años después, y algo más maduro, es hora de volver a defender esas tres letras: SFC.
Tengo ganas de comerme el mundo, pero esta vez sin kilómetros ni aviones de por medio, desde aquí, en la 91.6.
Con un pequeño micro por delante, estaré al otro lado, haciendo compañía y con un millón de historias que contar.
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